jueves. 24.10.2024

También podría comenzar preguntando: “Hip Hop = ¿Respeto?”, pero en este caso, orientaré el artículo de hoy en torno al Rap y, para ello, me gustaría iniciar citando a El Chojin:


“El rap es mucho más complicado de hacer de lo que la gente piensa -me refiero al que está bien hecho- porque necesitas embutir en tres minutos y medio un montón de cosas asegurándote de que no se pierde nada y de que existe una coherencia.”

(El Chojin, 2011, p. 115 - “Ríe cuando puedas, llora cuando lo necesites”

Y estoy completamente seguro de que tras leer este párrafo muchos se preguntarán: “¿Acaso existe un estándar para determinar cuál es el buen y el mal rap?” y con esa pregunta probablemente terminen cerrando esta pestaña ofendidos e indignados con las palabras del Cho.

Y por ello, hago aquí un pequeño inciso, rescatando algo de Frank T:

“Con la sensibilidad existente de hoy en día, todo el mundo debe autocensurarse con el fin de no herir las susceptibilidades de los demás.”

Entrevista a Frank T & Doblehache: “Hay un cambio generacional en el Rap” - El V Elemento

Está claro para todos nosotros de que hoy más que nunca es muy complicado plantear este tipo de preguntas, pues con el pasar del tiempo el arte ha ido tomando distintos rumbos y su apreciación subjetiva dificulta la clasificación del mismo. En el caso del Rap, al ser una forma exclusiva e ingeniosa de libertad de expresión, hemos visto su adaptación generacional desde que nació. No solo en los samples y/o instrumentales, sino también en el contenido lirical.

Cada escritor narra en sus canciones su realidad, su perspectiva del mundo, emociones, etc… Y ya con ese argumento podríamos dar por cerrada la discusión, ya que no hay emociones buenas o malas por sí mismas, por ende, el producto de esas emociones (canciones) no podrían clasificarse en buenas y malas.

¿O si?

A nivel comercial, la industria musical nos ha mostrado que para identificar una “buena” de una “mala” canción, esta debe tener: Melodía, ritmo, clímax y estructura. Todo ello con el fin de crear un gran “hit” y por ende, empezar el “glorioso camino de la fama” (?) Siguiendo esta premisa, pareciese que todos podríamos ser capaces de cumplir con esos requisitos, aún más cuando estamos experimentando en carne propia el auge de la utilización del T-Pain.

Sin embargo: ¿En dónde queda el compromiso social?

Cada vez que estoy en algún festival de música y presentan a un nuevo y talentoso joven que hace Rap, no puedo evitar emocionarme, pues hace unos cuantos años atrás, ver a un MC en un escenario público de algún ayuntamiento era impensable, pero, así como mi éxtasis de alegría viene, se va en cuanto el artista empieza a rapear algo como:

“Esta tarde estoy aquí representando a mi cultura, me encanta la marihuana y tener pasta para putas…”

En el 2015 de casualidad pude leer un TFG (Trabajo Final de Grado) de la Universidad Politécnica de Valencia titulado: “El Hip Hop como movimiento social y reivindicativo”. Y en él, encontré un párrafo que por aquél entonces, hacía justicia a las transformaciones que el Hip Hop en España, estaba experimentando. Cito textualmente:

“Las letras y el estilo del Rap español han mejorado notablemente; textos muy cuidados con un mensaje mucho más profundo que levanta conciencias. Se ha llegado a un nivel muy alto debido a la práctica y a la maduración, impensable hace unos años en lo que todo se hacía sin saber muy bien el porqué.”

(Sandín Lillo, 2015, p. 48)

Y ahora, en 2019, me pregunto:

¿Qué pasó con aquella revolución de jóvenes que utilizaban el Rap como arma para reivindicar los derechos sociales? ¿Dónde quedó el compromiso de aquellos rapers para luchar por una sociedad mejor?

La gran mayoría de canciones de rap que actualmente se estrenan hacen apología de las drogas, la prostitución, el sexo y el dinero. Rimas fáciles y forzadas sin sentimiento alguno, interpretadas con el fin de alardear de un estilo de vida “gángster” y “vacilón”. Existen canciones que aclaman el machismo, homofobia y xenofobia bajo el argumento de “Libertad de expresión”.

Cualquier persona con dos dedos de frente, identifica lo anteriormente dicho como: “Mal Rap”.

Sandín Lillo (2015) afirma:

También se pone de manifiesto el compromiso social y educativo del Hip Hop, sirviendo como medio de comunicación para advertir de los problemas de la sociedad así como de captación y aprendizaje para aquellos que se identifican con esta filosofía de vida hacia unos ideales de respeto mutuo y auto superación. (p. 47)

Claro que todavía hay exponentes que engrandecen el nombre del género con canciones muy elaboradas, frases estructuradas y sin la necesidad de faltar el respeto a los demás. Otros aportan al movimiento con charlas motivacionales para chavales con problemas de alcohol y drogas. Y algunos inclusive ofrecen talleres gratuitos de escritura, poesía o gramática. En fin, no quiero alargarme demasiado. ¿Qué opináis al respecto? Os estaré leyendo.

Un abrazo.

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Referencias:

El Chojin (2011) - “Ríe cuando puedas, llora cuando lo necesites.”

Frank T y Doblehache (18 de Junio del 2018). Entrevista con Adrián Gómez [El V Elemento]. Recuperado de https://www.youtube.com/watch?v=Y4OawX3z1cE&t=2763s

Sandín Lillo, J. (2015) - “El Hip Hop como movimiento social y reivindicativo”. Universidad Politecnica De Valencia

¿”Buen rap y mal rap”?
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