La primera sorpresa ya nos llega con el inmediato “Highway”, tema que recoge la imaginería blanca que va desde el reciente Sons of Anarchy al mítico Rebelde sin causa con sus tintes rock, y la lleva hasta su ocaso con el siguiente “Broken Wings”. Allí el horizonte sonoro se transforma, acomodándose a la noche evocadora con sus neones, sus atmósferas y el regusto texano. Por eso, si hay un adjetivo que encaja con su sonido es el de ‘sutil’. Así “Desires” combina esos bajos funk gordísimos de cuando el Dirty South y la West Coast eran indistinguibles, dando como resultado un auténtico globo sonoro, sin fuga alguna pero con la capacidad de llevarnos de lado a lado mientras hace gala de una palpable variedad cromática.
“Like Me” es otro tema que encajaría a la perfección con los mejores momentos de YG. Pero antes de seguir conduciendo el descapotable por una playa soleada, “Neon Clouds” nos muestra desde el mismo título el nuevo terreno por explorar, ahora con cierto regusto a JRPG de 16-bits combinado con un r&b sensual que da como resultado una atmósfera propia de un sueño, algo perversa por inocente. Volviendo a los descapotables, qué mejor asunto en un álbum que pretende pasearnos en coche despreocupadamente por toda la zona suroeste estadounidense que escuchar “My Cousins Backseat”. Con el ritmo gordo de la pereza sureña –no en sentido peyorativo– consigue gracias a los sintetizadores transmitir la sensación de ver pasar todo a velocidad luz a la vez que, percusión mediante, nos veamos botando en el carro bostezando despreocupadamente –más cuando el corte termina en un chopped & screwed.
Precisamente es ese contraste entre geografías cercanas, entre movimientos distintos en el mismo coche, entre lo blanco y lo negro… lo que le da su toque especial. Véase “What Ya Want” a medio camino entre lo chillin’ y los nervios crispados, los sintetizadores de videojuegos y el strip club, el sol y la noche. O el entremedio primaveral de “Sundazed” con vocoder incluido, buscando resucitar a Roger Troutman y engalanarlo con los ropajes actuales. Es por ello que el álbum decaerá cuando pierda está tensión –“Rem”, “Pineapple Express”– para recuperarla en “Fk Love” y “Hole in the Forehead”, algo así como niños bastardos salidos de sus entrañas y de las de Odd Future. Esta última además nos propone caminar a través de las nubes en un viaje ácido que cierra el círculo abierto por el primer tema, eso sí, ahora con un filtro spaghetti western.
Y tras trece tracks todavía hay espacio para cinco más, dando la sensación de que estamos ante un EP extra. Benditos minutos de descuento que cuentan con colaboraciones como las de Z-Ro o Slim Thug destilando Texas o la de Blackbear y su contrapunto, capaz de hacer bailables a las atmósferas más lóbregas.
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