Trabajo de la semana: Curren$y & Sledgren – Revolver (2016)
Ya, ya sé que esta referencia lleva casi medio año disponible, pero existen varias razones de peso que lo convierten en el trabajo de la semana. La primera pasa por destacar el añazo que lleva Curren$y, nada menos que ocho mixtapes en ocho meses, todas ellas de un nivel muy alto y de estilos variados –véase esa maravilla que sacó junto a The Alchemist llamada The Carrollton Heist. La segunda apela a la propuesta concreta de este Revolver, pues viene de la mano de una película de una media hora en la que imágenes y música se complementan a la perfección. La tercera y la más importante está relacionada con la localización del film en cuestión, su ciudad, la gran New Orleans. Y qué mejor que una oda a ella ahora que vuelve a estar azotada por el desastre.
Los seis cortes que vertebran esta “musical narrative picture” hacen de éste un trabajo conceptual, o al menos con un hilo conductor, muy distinto de aquél que abordamos hace un par de semanas a propósito de Slim Thug. Ya no será simplemente lo que se diga en los tracks, la forma de decirlo, las bases o sus títulos, sino la manera en la que se entrelacen con las imágenes. Y estas imágenes distan mucho del típico videoclip de formato peliculero en donde existe un corte entre la narración inicial y el comienzo del tema como tal, siendo simplemente un vehículo para el lucimiento del artista en cuestión. Aquí estamos ante algo muy distinto, el MC de Luisiana quedará en un segundo plano para que emerjan cuatro dimensiones: la mini-película con su inicio, nudo y desenlace; las canciones en sí mismas, no invasivas, acomodándose a lo presentado en pantalla; el narrador que añade otra perspectiva al conjunto; y la tonalidad de la grabación, combinando el estilo documental deudor de las series de David Simon –The Wire y, cómo no, Treme–, con cierta atmósfera propia del cine negro, donde el sonido south se impregna y se hace irrespirable como el aire acuoso del lugar.
Así, las barras que se lanza Curren$y a lo largo de los minutos se amoldan a lo que sucede en escena –impagable esa deriva hacia un fraseo agotado conforme las tragedias se acumulan y es consciente de que no puede evitarlo– dando como resultado un producto muy complejo para su longitud. Lo que parecería ser a simple vista la clásica historia del chaval de gueto, jugando con el clásico flashback, muta al cambiar de protagonista principal; éste a su vez pasará el testigo a otro y éste a un tercero… en un ciclo sin fin donde el único protagonista es realmente el revolver de nuestro título. Y todo esto sin añadir glamour o estetizar una violencia asfixiante.