Hay lugares a los que asocias una canción, un disco o un artista. En este caso, mientras escribo y escucho su música, me envuelven los pensamientos la lluvia, el frío y la atmósfera apagada de Leeds, Reino Unido. Quiero dar el primer paso en el camino de esta columna mensual hablando de una manera íntima y particular de Hideaki Ishi a.k.a. DJ Krush.
Creo que, desde el primer instante en el que te detienes a escuchar cualquiera de sus trabajos, sabes de manera inmediata que estás escuchando algo que difiere y no encaja en su tiempo. Antes de su nacimiento como músico reconocido en un ámbito internacional, nuestro genio fue atacado desde los sectores más intransigentes y dogmáticos de la industria, los cuales alegaban que su trabajo no sonaba a rap, que en definitiva, su trabajo distaba demasiado del sonido habitual dentro del género.
Todo tiene una explicación, Krush sentía que no podía hacer lo mismo que se estaba haciendo en USA. Su entorno, su vida, sus experiencias y su música habían emanado de la tierra del sol naciente, por lo tanto, él necesitaba que su música fuese diferente.
Esto cambió las reglas del juego y tuvo mucho que ver con los primeros rayos de luz que golpearon a los ojos del Abstract hip hop y Trip-hop.
Recuerdo caminar por una calle sin luces a las dos de la mañana después de salir agotado de trabajar, el viento golpeaba las ramas de los árboles y empezaban a caer las primeras gotas de lluvia que anticipaban una tormenta. Lo único que me acompañaba en ese instante eran las melodías que en algún momento estuvieron en la cabeza de Krush y que ahora, a través de unos auriculares, estaban en la mía.
Cada segundo que pasaba, la música se fundía conmigo y me liberaba de la pesadumbre de lo cotidiano, mientras caminaba, pude sentir que casi estaba flotando, pude sentir paz.
Por esta vez, voy a dejar de lado los tecnicismos y me voy a limitar a invitaros a que sintáis lo mismo que pude sentir yo en ese momento, toda su discografía hará que en vuestro interior se cuele la luz que ha sido bloqueada por la música vacía y carente de feeling que, cada vez más, nos rodea.
Todo cambio surge de la valentía, de ver algo que los demás no son capaces de ver y de querer tocar lo que parece distante.
Quiero finalizar el artículo dando las gracias a todos los músicos que se arriesgan a hacer algo imprevisible, a todos aquellos que siguen lo que les dicta su corazón y no lo que dictan las tendencias.