jueves. 21.11.2024

El freestyle se ha convertido en el nuevo fútbol para muchísimos chavales en España, alcanzando unas cotas de audiencia insospechadas, y extendiéndose a través de sus medios naturales: Youtube, Twicht, y las RSS. Tal está siendo la repercusión de las ligas y competiciones desarrolladas por organizaciones como FMS o Red Bull, que hasta RTVE se ha implicado en cubrirlas a través de su filial Playz.

Un hito en cualquier tipo de ámbito relacionado con el Hip-Hop, ya que nunca se había conquistado un hueco en un medio nacional de esta forma tan estable. 

En Latinoamérica, el fenómeno roza la religión. Las ligas agotan las entradas, los competidores tienen hooligans, y el público se vuelca totalmente. Figuras como Aczino se elevan a pedestales antes solo reservados para algunos de los deportistas más carismáticos. 

Toda esta popularidad y crecimiento desmedido traen consigo cambios, se desarrollan dinámicas, se generan contextos adaptados a la situación, al funcionamiento de las competiciones, etc. El principal y más notorio es que los competidores de alto nivel pueden vivir de su trabajo. Este factor es muy importante, ya que obviamente cualquier persona que tenga la opción de vivir de lo que le gusta se agarrará a ello como a un clavo ardiendo. Lícito. 

Pero también se da una estandarización de lo que es funcional y lo que no, más aún cuando el objetivo es la competición, un contexto en el que tener las claves puede hacer que ganes o que pierdas. 

Pero no todo va por el mismo camino

Sin embargo, sí que podemos ver una diferencia grande y muy llamativa entre los competidores en Latinoamérica y España. Mientras que al otro lado del charco los competidores mantienen carreras artísticas relevantes, y de hecho muchos trascienden su carrera de free para acabar como artistas de rap puro y duro, en nuestro país los freestylers se ciñen a la competición y es más raro que trasciendan al rap en sí. 

Una comparación muy ejemplar sería contraponer la situación de Argentina con la de España. La mayoría de los artistas que arrancaron la generación brutal que popularizó el free ahora mismo se limitan a su rol como escritores o combinan ambos: Duki, Wos, Trueno, Klan, etc... Por otro lado, en España pocos freestylers tienen un papel relevante en el rap nacional, y pocos casos, como quizás el de Arkano, Sara Socas o Mnak, trascienden a este otro rol, y con un peso relativo.  

Tenemos incluso la figura de Bnet, que destaca como un completo outlayer en esta situación, al retirarse de la competición pese a los brutales niveles de popularidad que había ganado. Lejos de aprovecharse de esta para intentar lanzar una carrera como rapero, el de Madrid sigue haciendo free, en sesiones, colaboraciones en temas, etc. Pero no sacará un disco, y lo ha dejado bien claro. Se limita a disfrutar del free por el free. 

Sin embargo, nuestro panorama nacional a nivel competitivo es tremendamente potente. Si echamos la vista atrás en este año 2021 podemos ver que prácticamente todas las competiciones potentes han contado con competidores españoles entre los 3 primeros puestos. Otras que aún no se han realizado, como la God Level All Stars que tendrá lugar en febrero, cuentan con un gran número de participantes españoles, más que de ningún otro país. 

El nivel competitivo español está por las nubes, y esto se nota en el panorama internacional. 

¿Qué causa esto?

En nuestra entrevista con Kapo 013, hablamos sobre este fenómeno, y las consecuencias que tiene para los propios freestylers. En nuestro país el objetivo, ese estándar del que hablábamos, es la competición. Esto provoca un doble rasero peligroso: Por un lado, una generación muy fuerte a nivel competitivo, muy entrenada y con una mentalidad tremendamente focalizada en este ámbito, por el otro, una menor capacidad de romper esos estándares competitivos y salirse del tiesto hacia otros ámbitos. 

Un ejemplo claro de esta mentalidad se transmitía en nuestra entrevista con dos de los competidores más fuertes del pasado año a nivel español, Tirpa y Blon. El objetivo estaba claramente priorizado en la competición, aun cuando Blon desarrolla una carrera de músico en paralelo. Había un planteamiento más deportivizado a nivel de entrenamientos, planteamientos de encuentros, etc.

El verdadero problema en este sentido no es la focalización del objetivo en sí, ni que los freestylers no trasciendan, ya que si ellos quieren focalizarse en la competición no somos nadie para decirles lo contrario (obvio), sino en la desconexión que genera este fenómeno entre el freestyle y la música. Porque recordemos que por encima de todo, el freestyle no deja de ser otra expresión musical y artística, y como tal bebe de ella.

La incapacidad de romper esquemas, de innovar musicalmente y salirse un poco del tiesto competitivo, genera una situación de incomunicación entre ambos mundos que sí que puede pasar factura a la larga al desarrollo y al crecimiento del free en el aspecto artístico. Estas situaciones se han visto en otros elementos. El breaking es un buenísimo ejemplo de ello: Cuando el focus está en lo competitivo se alcanzan altos niveles atléticos pero con una perdida de espíritu y contexto evidente. 

Poco a poco esto ralentiza la entrada de influencias, de innovaciones técnicas que entran desde la música. Y ahí podría estar el verdadero drama, para los que lo consideren como tal, claro. 

El freestyle, ha tenido un desarrollo bestial en el que no cuenta con grandes figuras referenciales que pudiesen plantar unos pilares de lo que ahora mismo es su círculo mediático, por lo que no ha tenido a nadie que de toques encima de la mesa para llamar la atención. Esto hace que su desarrollo actual quede en manos de los que lo practican y están dentro del circuito competitivo a alto nivel, y que lo guíen hacia lo que a ellos les interesa: La competición. 

Bueno, mentimos acerca de esto, ya que las grandes organizaciones que dirigen y estipulan las normativas marcan también este camino a seguir. Esto de por sí no es malo tampoco, puesto que a cambio han aportado cosas importantes al panorama del free. Sin ellas los competidores no podrían vivir de la disciplina, no habría un panorama internacional tan rico como el actual y no habría un formato de juicio para las batallas. 

En Latinoamérica, por otro lado, la concepción de la música siempre ha tenido componentes diferentes a los nuestros. Por diferencias culturales, sociales, económicas... Cada vez que un artista español hacía una gira allí se notaba. Y esto seguramente influya en el desarrollo que tienen estos competidores allí, con un punto de atención siempre puesto en el apartado musical.

Muchos de los chavales que ahora tienen un nombre en la industria musical a nivel internacional, aprovechan para saltar el charco, donde saben que el mercado también les promete mayores recompensas. Esta posibilidad no existe en nuestro país, donde además el mercado musical está copado de artistas y no es fácil destacar. 

¿Esto es negativo?

Por ende, a lo que vamos es que el contexto que acunó al free se desdibuja lentamente con el desarrollo masivo de este. Esto como siempre tiene sus cosas malas y buenas, y también su sintomatología, la cual la podemos ver de forma aséptica. En este caso, esta falta de salida musical. 

El juzgar si esto es positivo o negativo para el free no nos corresponde, y en realidad, es difícil reducirlo todo a un concepto así. Como en muchos otros casos, las disciplinas como esta que se popularizan de golpe necesitan alcanzar un punto de estabilización a partir del cual se valorará su futuro. Podemos decir que en nuestra opinión no es nada malo en sí, ya que se compensa con todo lo bueno que ha aportado, pero a la vez citaremos a Kapo

"Hay que entender también que el freestyle es freestyle y batallar es batallar. Las dos cosas son freestyle, pero a la vez las dos cosas no son batallar."

¿Por qué los freestylers españoles no trascienden al panorama musical?
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