El artista puertorriqueño Bad Bunny, empezaba el año por todo lo alto lanzando su nuevo y esperadísimo disco, Debí Tirar más Fotos. Un disco que, contra todo pronóstico, ha roto sus precedentes. Un trabajo conceptual y crítico, cargado de conciencia de clase, sin por ello perder su formato mainstream.
Con ello, Bad Bunny termina de asentarse en esa extraña categoría de artistas mainstream, que no por ello dejan de lado sus ideales y su conciencia de clase. Hecho que venía demostrando con sus actos, especialmente tras las protestas contra el gobernador estadounidense de Puerto Rico en 2019.
Con ello, a nosotros nos lleva a ratificar un hecho que venimos rumiando desde hace tiempo: Los paralelismos de su carrera con la de Residente.
Calle 13 y Residente, del mainstream a la conciencia social
Los inicios de Residente con Calle 13, especialmente tras Atrevete, tienen muchos paralelismos con los inicios de Benito. Hablamos de artistas que generan una dualidad de opiniones: O amor absoluto u odio infinito.
En ambos casos hablamos de artistas de origen humilde, que sufren un proceso de "viralización" al presentar un producto que encaja perfectamente dentro de las construcciones del mainstream, pero que además cuenta con numerosos elementos de provocación social.
Una primera etapa en la que hay una adaptación a los estándares del mercado, pero de forma inteligente. En ambos casos se juega con elementos llamativos, creando artistas peculiares, carismáticos, que se asienta fácilmente en el gran público. Y de ahí, se salta al contenido crítico.
La transición a una música con carga social
En el caso de Calle 13, en su carrera apreciamos diferencias con otras estrellas del reggaetón de ese momento. Residente enseguida aprovechó la influencia de la agrupación para ejercer reivindicaciones, primero de carácter social, y posteriormente, de carácter político, cada vez de forma más explícita y conceptual.
En este proceso, va ganando peso Puerto Rico y su situación, hasta llegar a la actual etapa de René, plenamente asentado en la industria y con una completa libertad de actuación, musical y lírica. Buen ejemplo de ello es su último trabajo, Las letras ya no importan, que pese a tener números mainstream, difícilmente puede encasillarse como tal.
El puertorriqueño ha cambiado mucho a lo largo de su carrera, sorprendiendo con trabajos muy conceptuales o abiertamente críticos. Por ejemplo, This is not Ámerica, o Pecador, entre muchos otros. Cada vez hay menos filtro comercial en los trabajos de René, pero esto viene propiciado por sus inicios y por haber sabido manejar el formato mainstreamdesde el principio.
Bad Bunny, distintas carreras, fases similares
Obviamente, la carrera de Bad Bunny no es idéntica a la de Residente. Hablamos de artistas de generaciones muy distintas, que se enfrentan a industrias y público muy diferentes. Ya solamente la influencia que las plataformas de streaming han tenido en el crecimiento de la carrera de Benito, es suficiente diferencia como para que no podamos hablar de trayectorias gemelas.
En este disco Bad Bunny presenta un trabajo más conceptual que los anteriores, apoyado en este aspecto por el visual, tanto del corto que hace de preludio homónimo al disco, como en los visualizers de YouTube, que nos permiten profundizar en el peso de Puerto Rico dentro del disco.
A nivel musical, encontramos un nuevo cambio, con temas de reggaetón que encajan aún en el aspecto más mainstream del artista, y temas musicalmente muy diferentes, que suponen un riesgo con su público más internacional como Café con Ron, o mismamente Lo que le pasó a Hawai.
Temas que rompen con las características que han encumbrado a Bad Bunny, pero que actualmente funcionan porque ya hay una base fiel de público que va a apoyarlos sí o sí.
Conciencia de clase
Este último tema es además el ejemplo más claro de conciencia de clase de Benito. Un mensaje social que además, aunque en este álbum se centra en Puerto Rico, funciona tanto allí, como en el resto de Latinoamérica, España o incluso en países no hispanohablantes.
Vemos nuevamente paralelismos con la evolución de Residente, en este caso mucho más acelerada, ya que actualmente la música circula y evoluciona a un ritmo mucho mayor que en tiempos de Calle 13.
Lo que está claro es que Puerto Rico es una mina de artistas con la capacidad de alcanzar la cima del mainstream sin por ello olvidar sus orígenes e ideales. Algo cada vez más necesario en un mundo en el que figuras que sirvan de ejemplo en este sentido, escasean en los sectores más populares de la música, el cine y el deporte.