viernes. 22.11.2024

El clásico festival vigués de deportes urbanos O Marisquiño, que saldo su vuelta de la pandemia con la increíble cifra de 180.000 visitantes, nos dejó uno de los momentos más sorprendentes de su recorrido. 

Y es que hacía ya dos años que no podíamos gozar de los mejores del mundo patinando por las calles de Vigo, y todos estábamos deseando que volviese un festival que pasó de ser un icono del noroeste del país, a serlo del mundo entero. La vuelta de O Marisquiño no ha defraudado a nadie, cargada de novedades, impulsó la vuelta del festival con un soplo de aire fresco. 

Remodelación de espacios

Por primera vez en la historia del festival, vimos como se dividía en diferentes áreas, manteniendo la mayor parte de las competiciones fuertes en el espacio clásico del Náutico de Vigo, y llevándose el skate para la playa de Samil, una localización que triunfó, ya que la playa al lado de la competición en pleno verano, fue una baza importante. 

También se movió el basket 3x3, disciplina que ha triunfado rápidamente, hacia el Vialia, la nueva estación de tren, en otro marco natural formado por las vistas a la Ría de Vigo y el apoyo de todas las tiendas del centro comercial adosado. 

Como siempre, las competiciones pusieron los pelos de punta a más de uno, y se saldaron con unas finales de infarto, en las que las gradas reverberaron una vez más con los gritos del público. O Marisquiño es el festival de deportes urbanos gratuito más grande que existe, y la vuelta tras dos años de parón no le ha afectado en absoluto. 

Una imagen peculiar

Entre el desarrollo de las competiciones a lo largo de los tres días que dura O Marisquiño, vivimos como siempre momentos de tensión, de expectación y también de diversión sin límites. 

Pero quizá este año destacó la imagen que nos dejó la Street Battle O Marisquiño, la zona de breaking, en un momento totalmente inesperado, y no estamos hablando de la competición en sí. 

Por la pista de baile se dejó caer Abel Caballero, alcalde de la ciudad, que habitúa a hacer acto de presencia en todos los actos culturales que se celebran en Vigo. Por tanto, su presencia en O Marisquiño tampoco era una sorpresa. La noche anterior había aparecido en el concierto de Hijos de la Ruina para decir unas palabras previas a la actuación de los madrileños. 

Lo que no esperábamos ninguno es que el socialista se lanzase sin pensarlo al suelo, haciendo gala de una forma física envidiable, para intentarlo con el break. Tras una serie de amagos, el alcalde de Vigo finalizó con un par de spins, antes de levantarse y retar públicamente al alcalde de Madrid, Martinez-Almeida a un pique, convencido de ganarle. 

¿Qué encierra este gesto? 

Aunque aparentemente este acto del alcalde de Vigo no tiene mayor importancia, es gracioso, desenfadado y no tiene más trascendencia, para todos aquellos que hayamos bailado breaking hace unos años, tiene un cierto trasfondo remarcable. 

Es muy positivo ver a figuras públicas como la del alcalde de Vigo personándose e implicándose de eventos de este tipo (aunque no le vamos a exigir a todo el mundo llegar hasta el punto de Caballero). 

Que disciplinas como el breaking comiencen a generar interés en las instituciones, en círculos sociales, más allá del nuestro propio que obviamente adoramos esta cultura, es importante, ya que implica que hay por fin un proceso de pérdida de estigmas, de prejuicios, y una aceptación que se agradece y que es resultado del trabajo de mucha gente que ha aguantado para llegar hasta aquí. 

Nos llena de alegría ver estas escenas dentro de O Marisquiño, un festival que ha peleado duro para hacerse un hueco en Vigo y demostrarle a la gente que los deportes urbanos merecen respeto y pueden beneficiar a toda una ciudad. 

Este tipo de detalles nos muestra que, finalmente, la cultura se abre paso en nuestro país. 

El momento inesperado de O Marisquiño 22 y lo que supone
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