En los últimos años, con la aparición de artistas del rap y el reggaetón nacional apareciendo en circulos cada vez más grandes, como los festivales de primer nivel del país, y movilizando a grandes cantidades de público a los conciertos, hemos podido ver como se popularizaban las críticas casposas de diferentes artistas del panorama.
Comenzamos con críticas generales a un rap que supuestamente está carente de contenido y de mensaje, para acabar encontrando críticas mucho más personales como las que sufrieron Rels B, Jaime Lorente o figuras de peso como la de Toteking que tampoco se libró de recibir algún que otro artículo muy "constructivo".
El último capítulo de estas críticas conservadoras a nivel musical y de dudosa objetividad, lo ha recibido el canario Quevedo, que actualmente ostenta una posición de peso dentro del panorama internacional, en plena cresta de la ola tras su colaboración con el productor Bizarrap, un tema que parte récords.
El País preocupado por la calidad de la música en España
El periódico publicaba un completo reportaje fruto de la actuación del canario en el Boombastic, uno de los grandes eventos del año para la música urbana, con un cartel de órdago que aglutinaba a algunos de los mayores exponentes de la comunidad hispanohablante.
La aparición de Quevedo, levantó un gran revuelo entre el público, tanto en solitario como durante la actuación del argentino Bizarrap para la famosa colaboración.
Por tanto, El País hizo un repaso de los inicios de Quevedo y de como se ha vuelto un fenómeno musical internacional, a través de la viralización, las RSS y la situación vivida con el COVID 19 que hizo que algunos artistas se fuesen a pique, pero elevó a otros a través de internet.
Dentro del artículo escrito por Carlos Marcos, se recoge la crítica realizada por Fernando Neira para El País, en la que declaraba que el tema era una "canonización de la nada", sin personalidad, denigrando las capacidades del cantante debido a la utilización del Autotune.
Términos como "bochorno sonrojante" o "la súplica de un machirulo" se cuelan en la que se supone que es una crítica profesional, que efectivamente es crítica, pero cuyo único argumento de peso sería "usar él autotune está mal". De poco sirven los comentarios de José Luis Gil, una de las grandes figuras de la industria discográfica española, argumentando cuáles han sido los elementos clave que han hecho destacar a Quevedo en una escena masificada.
Los comentarios de Gil, que levantó a muchos de los artistas que en los 70 también generaban críticas como la de Neira sobre Quevedo, y que pone puntos sobre las íes de forma objetiva, no vence a un discurso que estamos ya cansados de escuchar desde que Doble V levantó al rap nacional: Eso del rap no es música ni es nada, la juventud no tiene ni idea.
Un elitismo musical que sigue muy instaurado entre los medios nacionales y que se siente tan seguro de sí mismo que incluso se permite hacer críticas tan ofensivas como la de Neira, lo que las desacredita automáticamente aun en el caso de que tuviesen razón.
Quevedo responde a estos insultos
El revuelo levantado por las palabras de Neira también ha vivido un cierto fenómeno viral, hasta llegar al propio Quevedo, que no se ha cortado en mostrar su opinión a través de sus redes, declarando que ante las críticas "solo podía decir una cosa", y mostrando a una persona haciendo un calvo.
El artículo de Carlos Marcos intenta hacer un análisis de los nuevos medios a través de los que se mueve la música actualmente, y que hemos comentado varias veces en esta web. Medios que se han escapado en parte de la industria tradicional, que han evolucionado (como todo en la vida) y que, por tanto, aportan cosas buenas y cosas malas.
Lo que no debemos permitir, es que esta nueva situación nos permita denigrar a los artistas por ser simplemente fruto de un fenómeno viral. Todos los artistas se deben a su público en cuanto a su éxito, pero eso sucede hoy, ayer, y hace 25 años, aunque los medios por los que el público accede a su música cambie.
Entrar al juego de las redes, en las que recientemente se ha vivido una falsa polémica sobre la capacidad de Quevedo para cantar basándose en una grabación sin Autotune del mismo, que resulto ser un montaje, le hace flaco favor al artículo de Marcos, ya que no tiene nada que ver con la calidad del tema del canario en sí.
El esgrimir declaraciones "aleatorias" de asistentes jóvenes del Boombastic que refuerzan la imagen de que a la juventud se la suda la calidad de lo que escuchan, en vez de esgrimir más opiniones argumentadas como la de Gil, le hace también flaco favor a este artículo, que aunque parece presentar un tono neutral juega con una ironía mal camuflada que deja ver su posicionamiento.
Hemos visto en entrevistas nuestras como la de Tremenda Jauría, grupo que utiliza y defiende con argumentos el uso del Autotune, que los artistas que forman el panorama no son unos desmelonados, y saben lo que hacen, y pueden defenderlo con argumentos, vehemencia y sentido.
Pero como El País ha intentado entrevistar a Quevedo y el artista no ha querido presentarse porque tenía "miedo" a "generar otra polémica", está claro que no tiene capacidad. La respuesta de sus managers de que está tremendamente ocupado con un sinfín de eventos claramente es una excusa barata, porque para nada estamos viviendo la mayor explosión de festivales de los últimos años a raíz del final de la pandemia.
Un discurso repetido, cansino y muy conservador
La polémica está servida. Quevedo no genera poco debate, y por supuesto todo el mundo tiene derecho a mandar sobre sus gustos.
La mitad de las redes apoyan al canario, y argumentan (con acierto yo creo) que la misma crítica que recibe hoy en día, la han recibido en el pasado infinidad de artistas que luego se han considerado de culto, transgresores, innovadores. La otra mitad se ve convencida de que su música es basura, y que es simplemente un fenómeno de la pérdida cultural del país.
Independientemente de este debate, en el que no voy a entrar, aunque me posiciono en pensamiento en la primera mitad, lo que sí que es una basura es tener que leer críticas de este tipo sobre cualquier artista, sin argumentos de peso, que faltan al respeto sin medida ninguna.
Un medio profesional no se puede permitir el lujo de publicar este tipo de cosas, en este tono tan indecente, a no ser que precisamente se busque la polémica, el conflicto y calentarle la sangre a la gente que disfruta de la música de Quevedo, ya que saben que es el juego al que tienen que jugar para visibilizarse como lo sabemos todos los medios digitales.
Es una vergüenza que un crítico profesional se vea tan por encima de los artistas que se crea en posición de hacer semejantes declaraciones. Esto no es una conversación de bar, sino un artículo en uno de los mayores periódicos del país (valga la redundancia).
Si esta es la casta cultural que decide que es y que no es arte, más razón para tener artistas como Quevedo y para tener el panorama de "incultos" que tenemos. Que les escueza a los puretas, nostálgicos y conservadores que se han olvidado de la música que defendían cuando eran jóvenes