Hoke y Louis Amoeba forman un dúo espectacular. El mc valenciano lleva una larga trayectoria en el mundillo, pero en los últimos dos años ha comenzado a hacer mucho ruido con una serie de sencillos, en combinación con Amoeba o Hatari Hanzo, entre algunos otros productores, que llebaron sus letras a un sinfín de fans acérrimos.
Además, Hoke ha aparecido en algunos de los trabajos más relevantes de estos dos últimos años, como el disco de Toteking, o el brutal Av. Rafaela Ybarra, del dueto madrileño Ill Pekeño y Ergo Pro. En resumidas cuentas, se ha subido a la ola, y no hay quien lo baje de ella.
Este crecimiento culminó con un tema que para muchos de nosotros pegó un pelotazo espectacular: Medallones. Un tema que tiene prácticamente un año, y que le prometía a su público un sonido fuera de serie. La producción de Louis Amoeba, parecía de otro plantea, con un beat perfecto, dinámico, en tiempos, cargado de detalles y cambios de sonido sobre el que Hoke se montaba su propio parque temático.
Pero tras este tema, ambos desaparecieron.
Un disco que se ha hecho de rogar
Todo el mundo estaba pendiente de que sucedería tras Medallones. No es que no se supiese que se estaba cocinando algo, ya que tanto por IG como por Twitter el valenciano había dado muchas pistas. Pero no había más indicios.
Y es que Hoke ha sabido jugar al ratón y al gato con su público. A través de las redes, de los conciertos que ha dado en este último año, y de pistas aquí y allá, generando una expectación brutal en todo el panorama del rap español. Ha esto ha contribuido el alto estatus que tiene entre muchos de los actuales artistas de renombre, que le han apoyado públicamente en este trabajo.
Lo cierto es que, se ha f****** al algoritmo, y dándole la vuelta a la tortilla, ha convertido su disco en un fenómeno viral sin utilizar las fórmulas clasicas de las redes. Y la llegada ha sido apoteósica, por supuesto.
Un sonido de otro planeta
BBO es sin lugar a dudas algo único. Es curioso decir esto, pero el trabajo de este dúo valenciano no suena a nada que hayamos escuchado antes. Bailando entre géneros, pero manteniéndose principalmente en el rap, Hoke surfea durante todo el disco sobre unas bases creadas por Amoeba que son una locura.
El trabajo del productor brilla aquí, contribuyendo muchísimo a que este disco sea tremendamente entretenido y divertido para el oído. Los cambios de métrica se suceden, acompañados por las colaboraciones, todas ellas brutales. El sonido, muchas veces modulado ligeramente, y que mantiene un tono suave, pero afilado durante todo el disco, es una delicia.
Si escuchamos el albúm completo, este evoluciona naturalmente entre un tema y otro. Pero si lo diseccionamos, nos encontramos temas que contrastan tanto como Olympique o Jjjj, en los que podríamos tener dos trabajos diferentes, para luego saltar a un tema como Santo, que con esas guitarras eriza los pelillos de la nuca.
Hoke se vuelve un narrador, que con su tono hastiado nos cuenta una historia, una historia con un tono lírico remarcable, cargada de referencias y códigos, que habrá que procesar poco a poco.
Pretendiente al trabajo del año
Este disco marcará un antes y un después en el rap español. Aun a falta de que salgan muchos más trabajos, y con meses aún por delante para que finalice, se coloca como uno de los favoritos a ser el mejor disco de este año.
Estamos convencidos de que ese sonido, tan característico de las bases creadas por Amoeba, influirá en artistas futuros y en muchos de los que podemos encontrar ya consolidados. Simplemente un trabajo estelar.