domingo. 24.11.2024

Hace unas semanas hablábamos de la relación genealógica entre el drill, el trap y el rap, y veíamos que realmente están bastante relacionados, y que concretamente ambos subgéneros tienen una gran relación con el gangsta rap, a partir del cual surgieron para popularizarse por todo el mundo. 

Ahora bien, el primero vive ahora mismo una fase de popularidad que su compañero el trap sufrió hace apenas unos años, y que el padre de ambos, el gangsta rap, tuvo en su momento. Este último puede que nos marque el camino en cuanto al futuro de sus retoños, ya que tras los 90, fue poco a poco reduciendo su popularidad hasta estabilizarse como un subgénero más, con su público habitual. Una constante en el panorama musical. 

El que el drill esté en pleno auge a día de hoy, como siempre da de que hablar. Es actualidad. 

Javier Blánquez nos habla de drill

Puede que por este motivo Javier Blánquez, crítico y periodista musical, al que respetamos tremendamente y que regenta las entrevistas de Relatos Sonoros que hemos comentado más de una vez por lo interesante de sus reflexiones, le haya dedicado unas líneas

Como siempre, Javier hace una crónica maravillosa y libre de prejuicios del subgénero musical. Compara su trayectoria con la de su hermano mayor el trap, y nos plantea algunas reflexiones muy interesantes por el camino. 

Como bien dice Blánquez, el drill aparte de sus características estéticas, se destaca por su contenido violento y descriptivo acerca de x realidades que no podemos caracterizar como idílicas. Quizá una de las mayores virtudes del drill como estilo es precisamente el que le ha aportado mayor crítica: Su sinceridad. 

Como bien apunta Blánquez, este carácter explícito ha frenado mucho el auge del subgénero. Hasta nuestros días, en el que ha roto tras su paso por UK con todas las barreras, propagándose por las redes sociales de las formas más subversivas hasta alcanzar la popularidad mundial. 

Sentencia Javier, casi al final de su revisión, el drill está poco a poco sustituyendo al trap en una representación de la realidad. De una realidad "... precaria, multicultural y antisistema de la periferia urbana.". Es un hijo de su tiempo. Esto choca con el primer que podemos encontrar en el artículo, que clama por la prohibición de esta música, acusándola del aumento de la criminalidad. 

¿Podemos acusar de esta forma a la música?

¿Pero, es en realidad el drill culpable de esta situación? ¿Ayudaría su prohibición a solucionar los problemas sociales actuales?. Bueno ... Lo cierto es que pensamos que esto es una auténtica tontería. Como bien apunta Blánquez, es hijo y representación de su tiempo, no causa de él. 

Esta canción la hemos visto antes. Sucedió con el rock, con el punk, con el rap, y con un largo etc que engloba a toda música que en algún momento se consideró irreverente y transgresora. Y estamos seguros de que ni uno solo de estos géneros pretendía no serlo. Pretendían reflejar una situación insostenible. 

El propio desarrollo del rap está marcado por este condicionante. Desde el minuto uno se desarrolló como una alternativa musical que representase la realidad, sin edulcorarla ni aliviarla a base de eufemismos. Es algo real. Muchas veces ni siquiera pretende ser una protesta, solamente una representación. 

El drill ha seguido este camino. En un momento en el que la sociedad se ve castigada por la combinación de las consecuencias de la pandemia del COVID, con las de la bienvenida al neoliberalismo social y económico (que a su vez popularizó al trap), en el que la precariedad está a la orden del día y aumenta la desigualdad entre clases sociales, el drill es una herramienta perfecta para reflejar lo duro que está el mundo. 

Y prueba de ello es su adaptación a todos los contextos. No podemos decir que el drill estadounidense o inglés sea como el español. Morad o Beny Jr han adaptado este estilo a un discurso nacional, en el que la discriminación a los inmigrantes y la diferenciación cada vez más clara entre centro y periferia en las grandes ciudades españolas es un problema de actualidad. Y mucho. 

Buscar culpabilidades en las consecuencias no arregla los problemas

Los propios artistas de drill en reino unido reivindicaron que su música no generaba violencia, sino que nacía de ella. De una violencia real, que se puede tapar y disimular, pero sigue estando ahí. 

Podemos culpar al drill, como se culpó en su momento al trap, o al rap, o al rock radical vasco. La cosa es que prohibir cualquier tipo de expresión musical no solucionará nuestros problemas. Los problemas vienen de las políticas económicas y sociales que se están desarrollando en nuestro país.

Todo lo demás solo es una expresión artística de las mismas, que está sufriendo la misma discriminación que sufren sus creadores a nivel social. 

¿Tiene realmente el Drill relación con la criminalidad?
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