Una de las esencias del graffiti es dejar tu firma en un tren, pero con esta sentencia quizás los writers tendrán que pensárselo dos veces. En los últimos días, un caso ha dado mucho de qué hablar en Asturias, España. Un joven ha sido condenado a tres años de prisión y a pagar más de 155.000 euros por vandalizar varios vagones de Renfe.
Este caso ha encendido un gran debate entre el arte urbano y los límites legales, sobre todo cuando la creatividad choca con el patrimonio público. Este artista pintó 34 vagones de viajeros y mercancías de Renfe entre los años 2016 y 2018 con los tags "CHEK" y "CLIO".
¿Grafitis o vandalismo? El eterno debate
La línea entre arte callejero y vandalismo siempre ha sido borrosa. Lo que para unos es una forma de expresión, para otros es un daño al patrimonio. Y cuando los grafitis aparecen en infraestructuras públicas como trenes, el conflicto se vuelve legal.
En el caso reciente que ha ocupado varios titulares en los medios de comunicación españoles, el acusado formaba parte de un grupo organizado que dejó su firma en más de una docena de convoyes. El juzgado no solo vio daño material, sino también una actitud reincidente y organizada, lo que agravó la sentencia.
¿El resultado? Tres años de prisión y una indemnización millonaria.
"El arte tiene límites cuando afecta a bienes públicos", argumentó el juez en su sentencia. Este tipo de veredictos no son nuevos, pero sí están empezando a ser más comunes a medida que las autoridades endurecen su postura ante los actos de vandalismo en el transporte público.
¿Cuánto cuesta limpiar un grafiti en un tren?
Podríamos pensar: "Bueno, un poco de pintura y ya está, que se saca facilmente, ¿no?" Pero el daño va mucho más allá del spray. Según datos de empresas ferroviarias, como Renfe, limpiar un solo vagón puede costar miles de euros. Y no solo es la limpieza, sino también parar el servicio del mismo, el impacto en la imagen de la compañía y la necesidad de reforzar la seguridad.
En el caso mencionado, los grafitis causaron daños valorados en más de 150.000 euros. Esa cifra no es exagerada si consideras que algunos trenes tienen que ser retirados del servicio durante días, afectando a miles de pasajeros.
La cultura del grafiti: ¿arte callejero o crimen urbano?
El grafiti tiene una larga historia dentro de la cultura urbana. Desde los muros del Bronx en los 70 hasta las ciudades europeas de hoy en día, ha sido una forma de protesta, identidad y expresión artística.
Muchos de los artistas más reconocidos del mundo, como Banksy o Jean-Michel Basquiat, comenzaron pintando ilegalmente en las calles. Realmente, el inicio del graffiti es la calle, ya que un alto porcentaje de los artistas de renombre, empezaron sus carreras dejando su firma en los barrios donde crecieron.
Cuando hablamos de pintar trenes sin permiso, entramos en otro terreno. Las autoridades lo consideran un delito contra la propiedad pública, y las penas pueden ser bastante duras. Especialmente cuando hay organización y reincidencia de por medio.
¿Qué dice la ley y qué opciones tienen los artistas?
La legislación española es clara: dañar bienes públicos, como los trenes, mediante grafitis, se considera delito de daños. Y si además se hace en grupo o de forma sistemática, como ocurrió en este caso, la pena se agrava.
Sin embargo, eso no significa que no haya opciones para los artistas urbanos. En la actualidad muchas ciudades ofrecen muros legales, espacios donde pueden desarrollar su talento sin poner en riesgo su libertad de expresión.
Además, cada vez hay más iniciativas que buscan canalizar el grafiti hacia lo legal y lo profesional, incluyendo festivales, concursos y colaboraciones con marcas y ayuntamientos.
¿La clave? Hacerlo bien y hacerlo legal.